miércoles, 7 de diciembre de 2011

Retiro (espiritual)

El sol pegaba en el andén, y la mañana parecía mediodía. Pero al llegar, el tren nos recordó que era una mañana más y que cientos de transpirados nos movilizábamos a nuestros trabajos, copando los vagones a más no poder.



De algún lado apareció un fulano en silla de ruedas, tetra-brick de vino en mano, que subió intempestivamente. El guarda le dijo algo por el atropellado modo de ingresar. Él le contestó con más atropello. El guarda replicó diciendo “si quiero no te dejo viajar con el vino” y recibió una catarata de insultos del fulano. Fin de la trifulca: lo dejó viajar.



El fulano en cuestión inició varias conversaciones. En un momento le habló a una chica joven de camisa cerrada hasta el último botón. No recuerdo de qué modo habló al inicio, pero generó que ella le dijera que se iba a ir al infierno y, acto seguido, sacara una revistita de su mochila para invitarlo a leer la palabra de dios.



Él se negó rotundamente, blasfemando. En ella se encendió una luz de alarma y reforzó su intento, por cierto vano, diciéndole que no abusara de su posición. El, harto, le dijo que al bajar sabría lo que es un verdadero abuso. Ella contraatacó y le dijo, evidentemente dios sabe porque te dejó así.


Él no dijo nada; varias señoras, en cambio, retaron fuertemente al aparato de propaganda, sino de dios, de alguna iglesia de por ahí. El tren estaba entrando en la estación Retiro y el fulano en la silla, tras dos buenos tragos de vino, gritó: “Señores: Retiro”, hizo una pausa de dos segundos y agregó “espiritual”.