viernes, 28 de mayo de 2010

Indique su destino

La madre de Marion estaba algo aliviada. La internación había quedado atrás, y la clínica de día era más llevadera. Marion había vuelto a viajar sola, ayudada por el hecho de que, simplemente, debía cubrir un trayecto de tres estaciones.

Marion, de infancia difícil, no sobrellevó bien su adolescencia y al final de ella hizo un crack. Pensaba de manera asfixiante que su destino estaba escrito con letras cargadas de muerte y que no había nada por hacer, salvo acelerarlo. El destino volvía a su mente una y otra vez. Siempre el destino.

Esa mañana se consumaba un hito más en la recuperación. Su madre la vería salir del edificio y doblar la esquina rumbo a la estación, pero ya no iría caminando al lado de ella, ni aguardaría a que tome el tren (algo que avergüenza sobremanera a Marion).

Ese día, no se supo bien por qué, el servicio se había interrumpido. Marion decidió no achicarse e ir sola, pero en colectivo. ¿Desde cuando un loco no puede tomar un bondi?, dijo para sí y esbozó una sonrisa medicada.

El gentío dificultó el ascenso, pero igual lo logró. Hacía mucho que no tomaba un colectivo. Recién un par de paradas después de haber subido se enfrentó a la máquina expendedora de boletos que, con cinismo, desde un LED verde, le dijo “INDIQUE SU DESTINO”. Algo volvió a hacer crack en Marion.

viernes, 14 de mayo de 2010

Llevar a nadie*

El frío filtraba por debajo de la frazada. Su cuerpo dormido rotó y su brazo derecho abrazó el colchón o, si se quiere, el vacío que había dejado Martita.

Cuando se fue, lo vivió con alivio, con esperanza -bajó unos kilos y todo-, pero hoy ese alivio se desdibujó y la soledad pesa demasiado.

En el sueño caminaba una ciudad sin gente, las calles eran suyas, y también las propiedades desiertas, pero eso no lo contentaba. Al contrario, su angustia crecía y se despertó transpirado pese al frío.

Faltaba bastante para ir a trabajar, pero igual abandonó la cama y empezó su día. Tomó un café solo, solo.

Ya en su trabajo está repitiendo la cómoda rutina, de Córdoba a Independencia, parando en Corrientes y Belgrano, y volver. Y así otra vez.

El tren tiene más denuncias que estaciones y corre sobre vías inconclusas, prometidas con descaro por sonrientes políticos de todos los colores. Alguna vez, cada tanto, sube algún turista, pero en general viaja solo. No conduce a nadie, es un tranvía sin pasajeros.

Hoy todavía no subió nadie, su cara muestra una mueca hija de la sensación de trabajar inútilmente y del nulo contacto con personas.
* Gracias Ale S., que al cruzar por Puerto Madero, me llamó para contarme sobre la cara del chofer de un tranvía sin pasajeros.

viernes, 7 de mayo de 2010

Sim23

Sim23 tuvo mala fortuna. Entre otras cosas, le fue sustraído su teletransportador personal. Pese al suceso, sigue pensando que no sería una buena política la pena de desintegración, ni la expulsión del Asteroide Central de aquellos alienígenas sin chip oficial.

Decidió bloquear, en su receptor cerebral central, los envíos que arengaban sobre el asunto (llegaban todo el tiempo).

De todos modos, al no poder autoteletranportarse, maldijo con ganas a quienes lo habían atracado. Luego, subió a la cinta de luz que lo dejó en la estación de trenes más cercana.

Mientras flotaba en la cinta pensó en esa información que había adquirido sobre la comida. Qué extraño habrá sido cuándo era necesario masticar, tragar, llenar las vísceras de materia y procesarla. La historia, a veces, se parece a la ciencia ficción, se dijo.

Ya en el tren recordó (notó) que ese cubo gigante en el que se encontraba era uno de los sitios a los que aún no había llegado el proceso integral de desodorización (frenado por denuncias de corrupción contra el ente administrador del asteroide).

Ese cubo gigante, en el que había cientos de alienígenas y algunos humanos, fue descompuesto en partículas que volvieron a juntarse en la estación 2 del asteroide central, allí nomás de su casa.

Es sabido que el proceso no genera consecuencias nocivas, pero puede hacer olvidar los pensamientos e ideas que se gestaban en el momento de la teletransportación. Por ello, Sim23 se integró en destino sin recordar que antes de ser conducido se estaba preguntando porque al teletransportador comunitario se lo llamaba tren.