martes, 3 de noviembre de 2009

El tren del dinero



Cada tanto alguna experiencia curiosa alteraba la rutina de Rafael. Su vida de estudiante favorecía las chances de que esto ocurriera. Solía huir por varias horas de la casa de su madre y se instalaba en bibliotecas públicas y bares. Eso daba lugar a algunos cruces de palabras con terceros y, se sabe, las palabras conducen a más palabras y, en ocasiones, incluso, a gritos y susurros.

Así dio con Laura, que, como él, alternaba lectura con conversaciones.

Laura era del interior, la cuarta hija de un padre con más vacas que vástagos, con el que había cortado diálogo.

Eso la llevó del departamento familiar en Buenos Aires, a una casa venida a menos, alquilada por dos amigas suyas, frente a las vías del Roca, a la que debería empezar a contribuir.

Un día, mientras Laura fumaba un cigarrillo, y sus amigas se habían juntado para pensar como decirle que además de aportar al alquiler debía tratar de gritar un poco menos (sobre todo, teniendo en cuenta que ellas estaban pasando por un momento de sequía sonora), Rafael se había quedado mirando por la ventana del cuarto.

Descubrió una formación oscura, con ventanillas enrejadas, perros-hienas y guardias estilo comando, que se detenía en la estación –cuya visual alcanzaba-. Ahí recogían unas bolsas que, estaba claro, eran las sacas de la recaudación.

Con los días, fueron constatando que ello sólo ocurría los viernes, puntualmente, a las 02:09 AM (es evidente que llevan la recaudación de cada una de las estaciones hasta algún tesoro de la terminal). Rafael recordó que alguna vez había escuchado hablar del tren del dinero.

Ahora tienen un plan: como no podrían con los perros-hiena y los guardias-comando, harán descarrilar el tren unos trescientos metros antes de la estación, e irán sólo por la recaudación semanal de esa parada. No hay nada de gente por la zona a esa hora, el acceso a la estación es fácilmente vulnerable, en el lugar hay un solo guardia, bastarán unas réplicas de armas medianamente creíbles… confían en el éxito.

Después dividirán el botín en mitades iguales y si te he visto no me acuerdo. Al fin y al cabo, hoy ya casi no levantan el volumen juntos y sólo los une la ambición.

2 comentarios:

  1. Así, calentito el cuento... en un andén ferroviario, Sean Connery y esta chica... Catherin Zeta Jones, planeando el golpe perfecto... creo que se llamaba "La Roca", la película...
    Te das cuenta? Acá son Laura y Rafael, en "El Roca".
    Buen cuento, amigo!

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  2. Tendré que ver esa peli, hay varias en las que los trenes juegan un papel importante, algún día se vendrá una entrada al respecto (sigo sumando deudas...). Una de las que peliculas más me gusta, tiene al protagonista relatando la historia a sus compañeros de viaje del tren: la maravillosa "ese oscuro objeto del deseo", de Buñuel.

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