miércoles, 2 de diciembre de 2009

El extraño caso de la caja del kohinoor

Las 8 y pico de la mañana, un día de semana, es un horario difícil para subir a un tren con destino al Centro.

Esperar que bajen algunas señoras que se toman toda una vida para dar el paso que las lleve al andén y resistir estoicos los empujones (y otros contactos menos honestos) de quienes están atrás nuestro, son sólo algunas de las peripecias para atravesar con éxito esa ardua empresa matutina.

Cuentan en un ramal con cabecera en Retiro que el otro día sucedió algo que no registra parangón: en plena hora pico una chica subió al tren con una caja de cartón que en sus laterales tenía dibujado un secarropa y decía con todo orgullo “kohinoor”, que aunque sea chiquitín (sus medidas, para la versión estándar —capacidad 4,2 kg y 2800 RPM— son de 56.8cm de altura y 35cm de diámetro) parece gigante en un tren repleto.

Cuentan también que, como no le quedaba otra, la chica subió la caja del secarropas a su cabeza y la llevaba cual lecherita en su fábula.

Algunos refieren que le pegó en la cara a un chico trajeado con uno de los vértices del cubo de cartón y que pidió disculpas dándose vuelta, con lo cual replicó el golpe en otros rostros frente a los que —para no terminar golpeando a todo el tren— desistió de disculparse.

Dicen también que en un momento se le acalambró el brazo con que sostenía la caja y pidió que se la tuvieran unos instantes, en los que cambió su diestra hábil pero dormida, por una zurda dispuesta…
Tantos días seguidos de lluvia... es imprescindible secar la ropa a como de lugar.

5 comentarios:

  1. Excelente descripción; hasta creo haber estado allí, solo por el trasporte de la lectura.
    Un aplauso para el que tuvo la cortesía de sostener el bulto mientras la amiga de "A2 D2" (Arturito, para nosotros) cambiaba de mano.

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  2. impecable, como siempre, la observación, en este caso, sobre la conexión lluvia-casi-constante/compra-de-koohinoor.

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  3. ey! cambio de diseño del blog, me gusta.
    Me encantó el relato, cómo describe, como arma las situaciones.
    Una vez me tocó ir en el Sarmiento repleto con una planta de menta. Se me complicó bastante el asunto, terminaron pasándomela por la ventanilla y sobrevivió, lo que se dice un verdadero milagro.
    Otra vez viaje con un cartón enorme y lo bueno es que bajé fácil (incluso saqué a varios que quedan atrapados jejeje.

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  4. Boris, efectivamente me pareció verte, espero que no te hayan golpeado. Gracias Mat y Agustín por los comentarios y María (o Virginia) o ambos nombres a la vez, menos mal que era de menta y no de ají o cebolla... el cambio de diseño se lo debo a lokaestudio.com.ar (amigos del tren que se dedican a hacer más linda las imágenes de la vida)

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