Un golpe de vista, un destello de color que la detiene, una imagen curiosa que la retiene y genera una pregunta: ¿Desde cuándo la vestimenta es, a la vez, cartelería?
Especulo que el fenómeno no debe tener más de medio siglo. Esto lo especulo ahora, no en el momento que levanté la vista y me llamó la atención el diálogo, que en silencio, se establecía entre chomba y chomba.
Ambos cuerpos se sacudían levemente, consecuencia del traqueteo del tren. Esa leve oscilación de ellos y sus prendas, daba el aspecto de un verdadero diálogo.
Él decía “El hombre y la máquina”, dos flechas encerraban su discurso, la que partía de la palabra hombre se dirigía hacia su rostro, la otra, desde la palabra máquina apuntaba hacia su bajovientre (término del relator de la dictadura).
Ella, desde su remera blanca, con letras negras que cobraban relieve sobre una evidente inversión quirúrgica, contestaba “Ni lo pienses, no podrías mantenerme”.
Para mi cumple, remeras lisas por favor.
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mirá qué linda manera de mangar!!! cuándo es? -su cumple, digo-
ResponderEliminarAgustín, eso era sólo un remate, mediocre por cierto, para una entrada más mediocre aún. Pero no hay cumple cerca. Lo que sí hay en este mundo son una remeras con esas frases y personas que deciden usarlas. A mi me cuesta trabajo entender por qué.
ResponderEliminarel amigo SAL, cumple 20-0ct.
ResponderEliminarayer, mientras escuchaba el partido, recorde la existencia de los abonos con los colores riverplatenses, ojalá que TBA los mantenga.
Adhiero, ya hay demasiada información gente!!!
ResponderEliminarRecuerdo algunas de esas remeras, que vestía allá lejos y hace tanto cuando teníamos 15 o 16 años. Son graciosas, generan sonrisas en la gente que pasaba, matan el tiempo cuando ya no querés mirar por la ventanilla entre estación y estación. Ya no las uso, claro, como tampoco uso jeans nevados (se acuerdan?) o el pelo largo.
ResponderEliminarExcelente, remate incluido. El dialogo de las remeres espectacular!
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