Los pibes juegan a la vera del tren
el arco que da a las vías no es arco,
es un conjunto de remeras,
amuchadas en dos postes, que no son postes.
La canchita de pasto no es de pasto,
es de tierra seca
(un sapo muerto,
pero más aplastado que muerto,
es lo más verde del lugar).
La pelota de cuero no es de cuero,
es de un compuesto sintético
que tiene, insistentemente, destino de vías.
Hasta que…
la pelota no es más pelota,
no es esférico, no es bocha, no es balón
es desecho y goles potenciales que no llegaron a gritarse.
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Muy buena entrada, me encantó el sapo muerto, pues me transportó a miles de sapos aplastados de mi infancia, que más que verde daban un tono variación de algún tipo de gris.
ResponderEliminarUn abrazo
Qué triste, pero me dio como un aroma a infancia y verano, y eso es triste y alegre a la vez.
ResponderEliminarBesos, S A L =)
Hola SAL:
ResponderEliminarMuy bueno.
No me pareción triste, sino real y algo nostálgico.
Esos potreritos son eternos, siempre existieron.
Yo quiero de nuevo las canchitas de al lado de las vías,, con el tren pasando!! la casa de mis viejos en Santa Fe está a dos cuadras del potrerito lindante a las vías del Belgrano a Rafaela, justo en el cruce con el terraplén del mitre, que le pasaba por arriba con uno de sus clásicos puentes negros.
ResponderEliminarIgual, yo no alcancé a ver esas vías funcionando ni el potrerito con sapos y remeras amuchadas haciendo de arco.
¡Fantástica ambientación SAL! Saludosss
por eso fuimos grandes en el fútbol mundial... por eso nos acostumbramos a jugar pegadita al piso: para no discutir cuando pasaba por arriba del "palo" de remeras, y sobre todo, para que no se vaya la pelota a lo de la vecina, que hacía con las pelotas lo mismo que ese puto tren asesino de redondas.
ResponderEliminarCuándo es el día en que todo lo que "representa" a algo, necesitamos que sea "verdadero" y no mera representación?
ResponderEliminarLos arcos inventados y la pelota de trapo, papeles, cinta y nosequé.
Cuando somos chicos el mundo siempre está ahí, todo el tiempo.
Cuando "crecimos" empezamos a añorar lo que falta.
Par mi Sal el tuyo, un texto de una tremenda melancolía.