viernes, 11 de marzo de 2011

Los topos

Martín vive debajo del terraplén sobre el que se posan las vías, en una reducida cueva socavada por su padre, con una extensión hacia el exterior, en la que unas chapas precariamente dispuestas ofician de techo; esa arquitectura animal, le dio a la familia una casa y un apodo insufribles por igual.

Los topos se despiertan con cada tren carguero de la noche, y vibran todo el día, con los trenes de pasajeros. El padre le dice a Martín que acá todos tendrán mejores oportunidades que en la provincia, que pronto juntarán algo y alquilarán una pieza en el asentamiento, y que la escuela es bárbara, que él va a poder estudiar y ser alguien.

Quienes están algo mejor ubicados, y viven en casas de ladrillos (algunas con lozas y más de un nivel), se mofan constantemente de la penuria de esa familia.

Esa burla se materializa entre los niños de la escuela del asentamiento (que, efectivamente, es bárbara en el sentido más sarmientino del término). Martín se convirtió en el protagonista del divertimento general, que consiste en correrlo al grito de “topo muerto de hambre” —juego en el que sus perseguidores olvidan las propias carencias alimenticias y sanitarias— y, una vez que logran desestabilizarlo, tirarse encima y patearlo duro a ese topo convertido en bicho bolita.

Martín venía tolerando esta humillación, con dolor y bronca porque advirtió que Dolores (los padres sí que supieron elegir su nombre), la chica que le gustaba, dejó de hablarle, seguramente por topo y por perdedor. También se dio cuenta de que las maestras, hartas de que sus amenazas no generaran coacción alguna, ya no hacían esfuerzos por dispersar a la turba golpeadora.

Hoy Martín decidió que no quiere “ser alguien” a este costo, que se contenta con dejar de ser un topo golpeado y, en lugar de caminar hasta la escuela, siguió de largo y la abandonó para siempre. Su resentimiento ya maduro y potente tuvo un up-grade considerable.

6 comentarios:

  1. Usted, mi querido, no sólo sabe contar historias que ocurren EN los trenes.
    Sus historias DE trenes también suelen transcurrir en sus ventanas, en actos que muchos miran, pero pocos ven.

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  2. Triste historia. Principalmente porque retrata la discriminación entre discriminados.
    Si fuera una historia real, no haría otra cosa que hacerme sentir tan resentido como se siente Martín luego de su up-grade.
    Un abrazo maestro.

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  3. Una historia triste pero corriente, sobre y debajo de los trenes. Cuantos habrá desgarrando su vida entre humillaciones.
    Excelentemente contada:
    un abrazote

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  4. Durísimo, :(
    Fui siguiendo las palabras, metiéndome en esa historia. Doble tristeza de Martín que en el relato fue re bautizado por los otros. Suerte que lo rescatás en este post.

    Un abrazo

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  5. Qué tristeza enorme ver a alguien despreciar a otro. Y tal vez aún más triste sentir vergüenza de uno mismo. Muy buen relato SAL.

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  6. Por una larga casualidad, me tomé el San Martín a Retiro. Los ví. A los topos. Y a pesar de que había pasado mucho tiempo, me acordé de SUS topos. Inmediatamente.
    Oiga amigo, si alguna vez lee estas palabras, hágame caso: publique, lo suyo es bueno.

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