viernes, 26 de marzo de 2010

A las chombaaaaaas, baratas las chombaaaaaas

Un golpe de vista, un destello de color que la detiene, una imagen curiosa que la retiene y genera una pregunta: ¿Desde cuándo la vestimenta es, a la vez, cartelería?

Especulo que el fenómeno no debe tener más de medio siglo. Esto lo especulo ahora, no en el momento que levanté la vista y me llamó la atención el diálogo, que en silencio, se establecía entre chomba y chomba.

Ambos cuerpos se sacudían levemente, consecuencia del traqueteo del tren. Esa leve oscilación de ellos y sus prendas, daba el aspecto de un verdadero diálogo.

Él decía “El hombre y la máquina”, dos flechas encerraban su discurso, la que partía de la palabra hombre se dirigía hacia su rostro, la otra, desde la palabra máquina apuntaba hacia su bajovientre (término del relator de la dictadura).

Ella, desde su remera blanca, con letras negras que cobraban relieve sobre una evidente inversión quirúrgica, contestaba “Ni lo pienses, no podrías mantenerme”.

Para mi cumple, remeras lisas por favor.

jueves, 18 de marzo de 2010

BOCA – river

En materia de abonos de trenes urbanos de Buenos Aires, al menos para algunos ramales, el día 10 hay renovación. Por ejemplo, el “abono de octubre” habilita a viajar entre el 10 de ese mes y el 9 del mes siguiente.

A mi modo de ver, se debería llamar abono octubre-noviembre. Vean que es un tercio del mes siguiente al que le da nombre al abono el que queda abarcado por el pase (y un tercio no es poca cosa). Quizá si valiese sólo hasta el día 5 me parecería más razonable no incluir el nombre del segundo mes involucrado.

Seguramente, fue pensado en una época laboral que quedó atrás, donde había muchos trabajadores que cobraban con cierta puntualidad en los primeros días del mes. Por eso, el décimo día como punto de inflexión, entre un abono y otro, daba margen suficiente.

Todavía hoy el pedazo de papel en el que se materializa el abono que se puede comprar en las estaciones barriales, parece un diseño de esa época. Yo conservo muchos de esos papeluchos que ya no tienen utilidad, salvo, por ejemplo, para diseñar un collage de tinte escolar en el que esos abonos se unan cual vagones.

Pero ahora me tocó un vagón que no encaja -y ni loco lo uso de locomotora-. Es que este último día 10 vine al centro en subte, entonces, compré el abono al volver, en la estación cabecera.

Faltó que el fulano de la ventanilla lo saque de un talonario, le ponga sello y lo firme. Este abono salió de una maquinita que lo imprimió, y además ¡tiene publicidad!

Sí, publicidad del museo de river (“más de 70 videos, pantallas 360º y efectos 3D, abierto todos los días de 10 a 19hs. Av. Figueroa Alcorta 7597”). Lo peor: fondo blanco y una banda roja que lo cruza en diagonal.

Esbocé, sin éxito, una queja: -yo no voy a llevar en mi billetera eso, señor, ¡Deme otro! Sepa que soy bostero y mi blog, como corresponde, es de Ferro Carril Oeste.

La cosa es que se iba mi tren, la gente que esperaba atrás de mi para sacar su boleto no parecía dispuesta a solidarizarse conmigo, un rati comenzó su caminata hacia la ventanilla en que yo estaba, de última es hasta el nueve de abril, nomás…

Lo único que espero es que no sea un presagio para el partido del domingo.

jueves, 11 de marzo de 2010

La muerte que se viene

De pronto un tren se detiene y nunca más arranca (como los ramales que pararon, y entonces cerraron, por mandato, con fuerza de ley causal, impuesto desde el mal absoluto).

Y ya nada será como era. Donde había vías, seguirán las vías, pero inútiles. Y un día, que nada tendrá de especial, ya no se las podrá ver, sumergidas en pastos parasitarios.

Nada sacudirá a los bichos que eligen, por razones cacofónicas, durmientes para dormir. No habrá programa posible en los pueblos de una sola plaza. No habrá encomiendas, ni utilidad para la cruz de san Andrés. La falta de barreras no será motivo de quejas y las siestas de las estaciones no será interrumpida nunca.

De pronto un tren se detiene, para siempre. Es un momento crítico, que pone las cosas en su lugar. Fin de la expansión, del movimiento; regreso a la quietud, al estancamiento, a la nada.

Lo único que nos queda, es haber aprovechado el movimiento para recordarlo al enfrentar la muerte que se viene.