miércoles, 8 de febrero de 2012

Era de la no pasión

En primer lugar, el asombro. Luego, la necesidad de airear la vista mirando alrededor, para volver a focalizar en el episodio.




Una vez aceptado que ocurre aquello que se quiso negar, deviene un estado adrenalínico que en los primeros segundos, paradójicamente, se manifiesta en parálisis, en mera observación.




El cuadro muestra un cuerpo sobre el andén, replegado sobre sí mismo. Los brazos que cubren el rostro ceden cuando un puntapié impacta con fuerza en el abdomen y abren paso a un castigo en la cara.




Las piernas diestras de los tres cuerpos de pie golpean insistentemente al caído. Hay goce en esos rostros que captan el efecto que la fuerza de sus golpes causa sobre la materia echada: tejidos cediendo, ligazones que se rompen, sangre que brota al exterior.




Ese goce animal, disociado de los motivos del ataque, se remonta a otras épocas, hay en él, supervivencia, selva, lenguaje incipiente, herramientas rústicas, machos alfa, dominio.




El contexto actual lo rodea de una estación de tren, de pasajeros acongojados que comentan un presunto ataque a la propiedad privada (aunque sin ponerse de acuerdo sobre si el golpeado era víctima del robo o quien lo tentó y recibió venganza). Por fin llegan dos policías con barriga flanosa tratando de atrapar a sus presas en un renovado ataque.




Lo trascendente es que, por ahora, somos cautivos de esa violencia grabada en nuestros genes, en lo que queda de instinto.




Me apasiona pensar que existe una carrera entre un final anunciado (que nos matemos todos) y una época distinta, en la que los avances tecnológicos nos conduzcan a una conciencia sin cuerpo, a la “era de la no pasión”.

8 comentarios:

  1. Bueno, se ha matado desapasionadamente. La historia lo ha comprobado.
    Por lo demás, relato impecable.

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    1. es verdad, o sea, impecable pero inservible... besos.

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  2. Muy bien relatado como siempre. Las conclusiones que espera solo el tiempo las traerá. Por ahora solo hay eso y jungla.

    Un abrazo.

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  3. Uh, me hizo acordar a algo que me pasó la otra vez. Fue antes de irme de vacaciones, un viernes, no andaba el tren Sarmiento por razones que aún desconozco. Voy a hacer la cola del colectivo (enorme, una hora para subirme) y me pongo a hablar con una señora que me cuenta que las otras veces que el tren no anduvo fue porque "murieron dos chorros". Me explicó los episodios, en el primero se tira desde arriba de la General Paz a las vías para escapar de la policía y en el segundo los pasajeros lo corren y al parecer lo empujan y cae a las vías también, en ambos casos fallecen aplastados por el tren pero el comentario terrible de esta señora fue: "Qué bueno, me alegra, dos chorros menos, dos negros menos".
    Los que estábamos al lado nos quedamos duros, le intentamos decir que se había ido a la mierda pero claramente no nos entendió. Entonces al leer tu relato pienso, pucha, es esto mismo, de violencia contenida entre todos, los que lo empujan, los que miran y los que regocijan con la muerte...
    Qué bueno volver a leerte, un abrazo.

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    1. Vir, qué raro contestar esto, con eje en el Sarmiento, luego de la masacre (adhiero a esa terminología usada por Caparros) del otro día.

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  4. Necesito manifiestar que el éxtasis de este relato lo sentí en "barriga flanosa". Lo curioso, la cadena de violencia, en dos veces usada para reprimir la violencia.

    Y mi comentario, creo que esta epoca de tecnología de aparente apagado del ser humano, camina sobre una cuerda floja. Comparando la tecnología (electrónica) de hace cinco años con la que nos ahoga hoy, parece que a veces quisiera consumirnos y mimetizarse en nosotros, y otras veces parece alimentarse del entorno y llegar al extremo jodido de jugar en la wii a correr en un parque. Tal vez una porción de esta raza despierta a tiempo, patea la wii y sale a jugar con menos sofisticación.

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  5. jaja, barriga flanosa es un pequeño hallazgo! sabés que hay una obra de teatro infantil que empieza así, un fulano pateando la play (por corte de luz) y yendo a jugar al patio, no estaría mal un corte masivo...

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