Subió apresurado, no quería que su mujer y su hijo lo vieran llorar. Ellos, abajo, lloraban a moco tendido y todavía no sabe como logró desprederse de ese abrazo. Ya en el tren, sintió que se asfixiaba, el aire era tibio y denso, irrespirable. Su estomago quería salirse del cuerpo, condenando a la vianda prolija y pobrísima que su mujer le había preparado a la espera eterna, a la putrefacción, aún cuando Josemir supiera lo que eso valía para ellos.
Josemir viajaba para poder trabajar y, así, remesar algo a su mujer e hijo cada quincena. No verlos más, por tanto tanto tiempo, era intolerable a esas alturas. No escuchar más el “papá” de la incipiente habla de su hijo, no besar mas a su mujer, no compartir con ellos el frío rotundo de este mundo helado, era la muerte, el infierno mismo.
A su lado, mucho mejor vestido, se sentó Diego a quien el aire también asfixiaba, y cuyo estómago también quería salirse del cuerpo. Diego compró un boleto en segunda clase solamente porque era la única sección en la que quedaban asientos y era preferible eso a quedarse un día mas en el pueblo.
Diego tuvo la suerte de nacer en una familia acomodada, pero eso no servía de nada ahora; nunca más escucharía el “papá” de su hijo ahora cadaver. Su mujer ya se había marchado a la Ciudad y el hizo unos arreglos rápidos y malísimos, dejando unos caseros en los que no se podía confiar y abandonó esa casa que tiene la habitación a la que ya no se atreve a entrar, siquiera para juntar la ropa y los juguetes. La mente de Diego teje, permanentemente, escenarios alternativos a lo que ocurrio, en los que el accidente se evita o, al menos, tiene un resultado menos traumático. Esos desvaríos, son la muerte, el infierno mismo.
Josemir hubiera sido un gran casero, y al menos uno de los dos hubiera sobrevivido, pero solo se cruzaron cuando el aire ya los asfixiaba.
Qué regreso!!!
ResponderEliminarEl drama del exilio, casi auto-impuesto, pero siempre inevitable.
Huir, dejarlo todo atrás, no poder volver.
Me pusiste triste, y no soy Josemir, ni Diego. Pero podría ser cualquiera de esos dos.
Justamente el otro día le decía a Flor que hacía mucho no entraba por acá.
ResponderEliminarBuen comienzo para este año.
Hola
ResponderEliminarAbrí nuevo blog.
Más escritura, menos sarcasmo.
Por si te dan ganas
http://douxtempsperdu.blogspot.com/
Qué buen relato! Dos destinos que se cruzan , la tragedia sobrevolando, lo que pudo ser y no fue..
ResponderEliminarMe gustó mucho! Espero leerte mas seguido..
Beso!
Muy bueno SAL. Quise hacer la del perro abandonado y trate de hacerte sentir la indiferencia cuándo regresaste, pero después de ese efimero intento, ya volví a ser un lector fiel.
ResponderEliminarAle
Qué triste me pusiste!
ResponderEliminarSeñal de tu buena escritura.
Cuantas historias parecidas en escenarios diferentes, no?
ResponderEliminarBesitos
Agustín: es así, los dramas son comunes a todos, podemos ser esos que sufren.
ResponderEliminarUsh-k: gracias por la invitación y por volver a este blog.
Natalia: también yo lo espero.
Alejandro: muy bien, nada de escenitas!
Caroli: lamento la tristeza.
Saltar del tren: hay algo común en las sensaciones que desdibujan los contextos.