martes, 22 de enero de 2019
viernes, 8 de agosto de 2014
El revolucionario
lunes, 16 de diciembre de 2013
Romo y el Ogro
miércoles, 27 de noviembre de 2013
El sonido de los grillos
viernes, 27 de septiembre de 2013
Abandono
-Abandonados. Contesto con sinceridad.
Ese conocido es seguidor de este blog y ambos sabemos que hacemos referencia a este espacio. ¿O no?
miércoles, 3 de julio de 2013
Trenes y rosas
la motoneta,
martes, 23 de abril de 2013
Radio Colonia
viernes, 22 de marzo de 2013
Una ilusión
viernes, 1 de marzo de 2013
jueves, 25 de octubre de 2012
¿y a la mosquita qué le pasó?
La nochecita era cálida.
Buenos Aires estuvo invadida de agua y viento hasta ese día y la primavera, que casi no había asomado, esa noche se reivindicaba.
Retiro estaba poco poblada. En las ausencias de esa hora se adivinaban cuerpos amontonados horas antes, pujando por un lugar en el vagón para llegar a casa con luz de día y, quien sabe, tomar un mate en el balcón.
Entre la luz tenue, y las ventanillas abiertas por el calor, vuela un carnet, una tarjeta, un papelucho. La vista de varios se dirige, entonces, a ese grupo de chicos y chicas de 7 u 8 años que cuentan y reparten sin escrúpulos el botín del día.
Nadie dice nada, y las miradas que se concentran en ellos tienen mas tristeza que bronca.
Entre los chicos, hay uno más pequeño. Tendrá unos cuatro años, y la cabeza en otro lado:
- ¿y a la mosquita qué le pasó? pregunta, y yo caigo en la cuenta que quedó impresionado por la gigantografía de un veneno para moscas en aerosol que acabamos de dejar atrás; ya sabemos que la propaganda manda cruel en el cartel.
- cayó muerta bien muerta. Contesta otro.
- pero, ¿y a la mosquita qué le pasó? Repregunta el chico con la lógica de quien no se representa la muerte aún.
- nada, nada, siguió volando, le dice una chica de su grupo.
- pero, ¿y a la mosquita qué le pasó?
martes, 14 de agosto de 2012
La misma vía
martes, 7 de agosto de 2012
Que no se corte
En la peluquería en cuestión, montada antaño y conservada como tal, el dueño atiende la caja y tres peluqueros de la vieja guardia hacen lo suyo en las giratorias con descanso de hierro.
viernes, 6 de julio de 2012
Chau Román, gracias por todo.
Solía estar de mal humor, enemistada con la vida, el dolor de cabeza era reiterado y, en muchas ocasiones, simplemente, lloraba.
Yo la llamaba Romana, cariñosamente, hasta que un día, como desafiando al mundo, se cortó el pelo al ras. Seguía siendo hermosa, lo que no me impidió eliminar la última letra de su apodo, y empezar a llamarla, simplemente (aunque con el mismo cariño), Román.
Lástima que el cambio solo ocurrió cabeza afuera, y los momentos sublimes, de disfrute, de diversión, de juego, quedaron relegados a los cada vez más efímeros interregnos entre su insatisfacción previa y la porvenir.
Un día, caminábamos cerca de la terminal de trenes del pueblo. Repentinamente, me dijo chau, me voy, te amo, siempre te amaré, pero estoy vacía, no tengo nada para dar. Se subió al tren y se fue a la Ciudad.
Al principio me desconcertó, pero rápidamente me di cuenta de que era inaguantable y que fue lo mejor que podía pasar. El tren comenzó a alejarse y le grité: Chau Román, gracias por todo.
jueves, 28 de junio de 2012
Un sueño caro
lunes, 4 de junio de 2012
Sin fin
Las evidencias muestran que no hay fin, que debemos echar mano al término infinito, que siempre hay más o menos. Pero el humano, terco, vuelve a apostar por el punto final y festeja premiando con nóbeles a los descubridores de los nuevos y efímeros límites.
Con Retiro, pasa algo similar (desde su nombre mismo). Es el fin de la Ciudad, pero atrás, sin esconderse ya, la Ciudad sigue, amontonada de privaciones, pero sigue. Es, también, el final del recorrido de los trenes; sin embargo las vías siguen y, a veces, los trenes también, cruzando por esos rieles que parecen abandonados y que llevan a playones que también parecen abandonados, y en ese recorrido atraviesan las calles llenas de motos, autos, micros, colectivos y camiones que van a o vienen de la terminal o el puerto.
Todos los rivales del tren, en ese cruce, son más débiles. Hoy, de todos modos, pude ver como esos débiles pudieron más. Es que en ese cruce sin barreras, cuando apareció un banderillero y se escuchaba la locomotora avanzar despacio y pitar fuerte, los autos ya demorados por el caos de tránsito (una verdadera galleta), se revelaron, uno se mandó a bocinazo limpio, y atrás un par de motos. La locomotora chirrió y frenó; entonces, gracias al torque de sus motores, los vehículos pasaron primero, como una masa interminable, delante de la locomotora frenada de prepo, que vio en Retiro, esta vez, el fin.
jueves, 3 de mayo de 2012
La agenda
lunes, 23 de abril de 2012
Un rey elefante colado en el tren
Parte el rey con buen talante
y elude el hambre africano,
cien mil euros de arma en mano
se le anima al elefante.
De la tierra devastada
vuelve el rey con mal talante,
y pide perdón arrogante
con su cadera enmendada.
No es el rey el que esta viejo
ni su osamenta partida,
vieja está la monarquía
que habrá que mandar bien lejos.
- “… y tu ¿por qué no te callas?”
quizá me increpe el abuelo,
no callo porque no quiero
y observaré donde vayas.
Recitado y con imágenes de NaCe en
http://www.youtube.com/watch?v=XvbgZ7i2KYo
martes, 17 de abril de 2012
Cofradía de los talleres
Roberto se duerme, sueña un rato, abre un ojo, todavía falta. Roberto se duerme nuevamente, el día fue agotador, la noche anterior un desastre de exigencias domésticas que el tren, acunándolo, le hace olvidar.
El tren llega al destino final para partir nuevamente. Pero su rutina de desandar lo andado se frustra cuando un megáfono anuncia que esa formación “por problemas técnicos será desafectada del servicio”. Roberto, entonces, sueña profundamente.
La gente que baja se aleja y la que se disponía a subir refunfuña con ganas y corre hasta el tren que lo sustituirá, con el ánimo de conseguir un asiento. El andén deviene en un páramo.
Roberto duerme con la boca abierta, babea un poco, y empieza a roncar. Su presencia es de una evidencia tal que solamente puede pasar desapercibida para el guarda que realiza el control de rutina, en contra de toda buena práctica, recorriendo la formación por afuera, mientras come un pancho que mangó, y discute de futbol, a grito pelado, con el policía apostado en la cabecera del anden.
…
Roberto despierta, pero todo es oscuridad, no acredita lo que le ocurre, se desconcierta, no reconoce el vagón, grita, aúlla, es un animal desesperado que solo escuchan unos adolescentes que, tras mucho deliberar, se autodenominaron la “cofradía de los talleres” e incursionaron, por primera y última vez, en los sitios donde reparan (apenas si recauchutan) los trenes, para desmitificar la presencia de fantasmas. De allí saldrán corriendo, renunciando a su idea original, y llevándose material para construir la leyenda del fantasma Tito.
miércoles, 21 de marzo de 2012
Dado vuelta estás vos
A su vista aparecen calvicies, canas, raíces negras.
Paisaje variopinto el de este ser que no se bajará en la terminal, ni enfilará obediente para la oficina.
sábado, 25 de febrero de 2012
tren bala
miércoles, 8 de febrero de 2012
Era de la no pasión
En primer lugar, el asombro. Luego, la necesidad de airear la vista mirando alrededor, para volver a focalizar en el episodio.
Una vez aceptado que ocurre aquello que se quiso negar, deviene un estado adrenalínico que en los primeros segundos, paradójicamente, se manifiesta en parálisis, en mera observación.
El cuadro muestra un cuerpo sobre el andén, replegado sobre sí mismo. Los brazos que cubren el rostro ceden cuando un puntapié impacta con fuerza en el abdomen y abren paso a un castigo en la cara.
Las piernas diestras de los tres cuerpos de pie golpean insistentemente al caído. Hay goce en esos rostros que captan el efecto que la fuerza de sus golpes causa sobre la materia echada: tejidos cediendo, ligazones que se rompen, sangre que brota al exterior.
Ese goce animal, disociado de los motivos del ataque, se remonta a otras épocas, hay en él, supervivencia, selva, lenguaje incipiente, herramientas rústicas, machos alfa, dominio.
El contexto actual lo rodea de una estación de tren, de pasajeros acongojados que comentan un presunto ataque a la propiedad privada (aunque sin ponerse de acuerdo sobre si el golpeado era víctima del robo o quien lo tentó y recibió venganza). Por fin llegan dos policías con barriga flanosa tratando de atrapar a sus presas en un renovado ataque.
Lo trascendente es que, por ahora, somos cautivos de esa violencia grabada en nuestros genes, en lo que queda de instinto.
Me apasiona pensar que existe una carrera entre un final anunciado (que nos matemos todos) y una época distinta, en la que los avances tecnológicos nos conduzcan a una conciencia sin cuerpo, a la “era de la no pasión”.
miércoles, 7 de diciembre de 2011
Retiro (espiritual)
El sol pegaba en el andén, y la mañana parecía mediodía. Pero al llegar, el tren nos recordó que era una mañana más y que cientos de transpirados nos movilizábamos a nuestros trabajos, copando los vagones a más no poder.
De algún lado apareció un fulano en silla de ruedas, tetra-brick de vino en mano, que subió intempestivamente. El guarda le dijo algo por el atropellado modo de ingresar. Él le contestó con más atropello. El guarda replicó diciendo “si quiero no te dejo viajar con el vino” y recibió una catarata de insultos del fulano. Fin de la trifulca: lo dejó viajar.
El fulano en cuestión inició varias conversaciones. En un momento le habló a una chica joven de camisa cerrada hasta el último botón. No recuerdo de qué modo habló al inicio, pero generó que ella le dijera que se iba a ir al infierno y, acto seguido, sacara una revistita de su mochila para invitarlo a leer la palabra de dios.
Él se negó rotundamente, blasfemando. En ella se encendió una luz de alarma y reforzó su intento, por cierto vano, diciéndole que no abusara de su posición. El, harto, le dijo que al bajar sabría lo que es un verdadero abuso. Ella contraatacó y le dijo, evidentemente dios sabe porque te dejó así.
Él no dijo nada; varias señoras, en cambio, retaron fuertemente al aparato de propaganda, sino de dios, de alguna iglesia de por ahí. El tren estaba entrando en la estación Retiro y el fulano en la silla, tras dos buenos tragos de vino, gritó: “Señores: Retiro”, hizo una pausa de dos segundos y agregó “espiritual”.
miércoles, 16 de noviembre de 2011
Kiosco FMI
He visto en estos años crecer el asentamiento, acercarse a la vía, al punto de que algunas ventanas reciben el viento originado en el paso de los vagones.
Durante años levanté la vista de mis libros, para satisfacer la curiosidad de conocer un mundo tan cercano geográficamente, y tan ajeno.
Supe que la chica que vivía en la casilla con techo de chapas naranjas -¿de dónde las habrá sacado?- se llama Emilia, desde que hizo de su cuarto un kiosco: el “Kiosco Emi”.
No pocas veces me angustié al ver a chicos corriendo en algún playón, jugando y riéndose. Qué contradicción ponerme triste al verlos contentos.
Es que no podía dejar de pensar que ese rato es una isla en un mar de hambre, enfermedades prevenibles y violencia, y que en el horizonte hay un futuro pobre.
También es curioso angustiarse por un hipotético futuro pobre de otros, cuando mi presente de bienestar material, es una suma de desdichas.
Hoy me llevé una sorpresa, al ver que la pared de la casa donde funciona el kiosco había tenido algunos retoques de pintura. La leyenda de letras negras que promocioanaba el kiosco seguía ahí, pero quizá por un exceso de brocha gorda, o quizá por una política de expansión y diversificación de actividades de los organismos multilaterales de crédito, el frente de la casilla de techo de chapas naranjas da cuenta de que, ahora, el establecimiento se llama “Kiosco FMI”.
¿O será que muestran con orgullo las obras que sus políticas contribuyeron a construir?
viernes, 4 de noviembre de 2011
aprendiendo a contar
-UN café
y 2 medialunas.
-La promo con 3 cuesta lo mismo, me aclaró el mozo.
Dudé unos 4 segundos y acepté.
Lo terminé en 5 minutitos (así chiquitos, apurados) y quedé atragantado…
… y culposo por la nueva contribución a los 6, 7, 8 —quién sabe cuántos exactamente— kilos de más.
Era un 9 de julio,
y a las 10 de la mañana
la plaza ONCE parecía un desierto.
Salí del bar y tomé el Sarmiento y al ritmo del tren leí el Página 12,
sólo por 13 minutos, que es lo que tardó en llegar a Flores.
Hacía 14 años que no volvía al barrio de mi primera novia.
La conocí cuando tenía 15,
pero me hizo esperar hasta los 16.
Ya no vive en la casona de Terrada 17,
la vendieron como terreno y ahora hay un edificio de 18 pisos (con amenities).
Nos sentamos en un banco de la plaza: me cuenta que su hermanito chiquito ya tiene 19 ¡cómo pasa el tiempo!
Resistí 20 minutos de escucha y fui al grano:
-facebook es el facilitador sexual del siglo
¿Estás loco? me contestó; y por eso, ahora estoy en esta inmunda casa de juegos de Flores apostándole al 22.
Aquí freno con este ejercicio tonto; quizá hubiera sido más apasionante un final con 69, pero no se contar tanto.
lunes, 17 de octubre de 2011
Sometimiento
Desde que la hija de mi vecino sabe que su padre será padre nuevamente, se la ve ejerciendo un sometimiento extra sobre su, hasta ahora, exclusivo progenitor.
Temprano a la mañana, cuando es llevada a su jardín, ya no camina más, va montada a babucha -se que hay quienes dicen “cococho”, pero me suena imposible de concebir-, haciendo del poco pelo del papá, a la vez, riendas y pañuelo, y obligándolo a cantar: “en un vagón, cargado de sandías…”